domingo, 31 de agosto de 2014

Hue and Cry - Teloneros caidos de las estrellas

A estos hermanos escoceses no les hubiera prestado atención nunca si no hubieran teloneado a Joe Jackson en un concierto en Barcelona en el ya lejano Junio de 1991.

El marco era de esos que habitualmente se llaman incomparables: el Palau de la Música (desgraciadamente más famoso ahora por otros motivos). Llegamos con tiempo de sobra y con muchas ganas de ver a nuestro ídolo y el aperitivo resultó de una calidad de gourmet. De hecho yo salí de allí con la clara intención de hacerme rápidamente con la discografía de ese dúo que dio un concierto sobresaliente. Voces potentes de las que se te pegan al pericardio, estribillos pegadizos que invitan a mover brazos y piernas y, sobre todo: entrega. Para ser unos teloneros hasta les pedimos el bis.

Es sorprendente que del concierto de Joe Jackson apenas recuerdo nada. Era la gira del "Laughter an Lust", que para mí no es de sus mejores trabajos. No fue malo en absoluto. Repasó todos sus grandes éxitos, estuvo profesional y con una estupenda banda que sonaba de lujo, pero de ese día sólo recuerdo a quienes me acompañaban y a los "Hue and Cry".

El nombre del dúo significa: "Alboroto" "Clamor" "Protesta ruidosa" "Vocerío". Pero también hace referencia a algo tan curioso como al procedimiento legal que, en el Reino Unido, obliga a los transeuntes a colaborar en la detención de un delincuente pillado "in fraganti" y al sobrenombre de la "Police Gazette" que se edita allí desde el siglo XVI.

El único disco que encontré en esa época fue este "Stars Crash Down". Un vinilo que contiene diez canciones sin prácticamente fisuras de un género que es una mixtura entre pop, soul y folk con un "twist" de disco. Un cóctel delicioso para estas fechas finales del verano en el que destacan grandes voces con arreglos precisos y elegantes.

El disco se inicia con un auténtico "pepinazo": "My salt heart". Una canción que de forma inexplicable no tuvo apenas repercusión en las listas y no sonó nada en las emisoras (por lo menos en las de aquí).

El nivel sigue alto con "Life as Text" que se inicia con piano, saxo y redobles de tambor. Se adentra en la música bailable con una voz extraordinaria. Recuerda un poco a Rick Astley, un hombrecito con un vozarrón superlativo dedicado a facturar éxitos de música bailable a finales de los 80. El final es sencillamente grandioso. Le ponemos la voz de uno de los grandes del soul y esto es un clásico de tamaño heroico.
"Read the book of love, my friends"

En la tercera de esta cara se confirma que estos hombres no van de farol. Sin salirse de la linea marcada pero ofreciendo variedad en las melodías y los arreglos, se marcan lo que debería ser otro de esos éxitos que suenan en las radiofórmulas nostálgicas actuales y que no sabemos de quien son pero las hemos oído millones de veces. Inexplicablemente a "She makes a sound" no le ha pasado. A mí ya me gusta tener estas joyas guardadas en el cofre solo para mí, pero me imagino que a ellos les decepciona nuestra falta de conocimiento. Otra exhibición vocal de Pat Kane. Sencillamente impresionante.

"She makes a sound like I've never heard. It's a cry that says. "You better watch out world""
"Making strange" recuerda en sus inicios a los China Crisis o a algun grupo similar de principios de los ochenta, supongo que por los sonidos programados que adornan la canción, pero luego se meten los instrumentos de viento dandole un toque soul muy interesante. La canción viene introducida en los créditos del disco por un texto del libro "Libra" de Don DeLillo. Pegadiza a más no poder y con la propina de la segunda voz femenina dando una réplica excelente.

Llegamos al final de la cara A y no hay ninguna canción con menor nota que Sobresaliente. Así que con el subtítulo de "For Love and Understanding Between Sexualities", finalizan con "Remembrance and gold". Se mueven hacia el terreno folk y disminuyen las revoluciones de las canciones anteriores. Se meten en una balada y nos dejan con la mandíbula abierta y una gotita de baba en la comisura labial. Otra vez una voz femenina acompañando y una instrumentación cercana al "country", violín y acordeón.

La segunda cara comienza con "Long Term Lovers Of Pain". Siguen los ritmos camperos, pero con mayor soltura y alegría.


Se meten en la balada de nuevo con la canción que da título al álbum. "Stars crash and down" ahora con un sonido más de jazz. La voz de Pat recuerda a los más clásicos "crooners". El resultado alcanza la Matrícula de Honor.

"But my axis is spinning out of line. My emotions are like meteors on fire."

Y ahora viene de nuevo una que podría ser un éxito de los sesenta en la voz de cualquier cantante de color de la Motown. "Vera Drives".

Se vuelven al club de jazz con "Woman in Time". Lenta, aterciopelada, elegante.

Y dan el toque final con "Late in the day" caminando lentamente por la noche en las calles vacías y apenas iluminadas. No la tenía catalogada como de las mejores porque siempre llegaba a estas dos últimas agotado y con ganas de volver a escuchar las previas. Ahora me doy cuenta de que estaba equivocado. Un broche de oro para una joya repleta de diamantes.

Me he dado cuenta en sus videos actuales que están como "bolas de billar" y es que el tiempo no pasa en balde, por suerte las canciones no desaparecen como el pelo.

jueves, 21 de agosto de 2014

del Amitri. Antes Del cambio a mayúsculas, ya eran mayúsculos





Tanto en el terreno de la afición musical como en el terreno económico, la frontera de 1988 marcó para mí un nuevo comienzo. Sobre todo a partir de 1990. Se abrió la posibilidad de crear una nueva discoteca, propia, que recuperase asignaturas pendientes y explorara nuevos caminos. El cambio de década me había dejado descolocado. De flipar con el sonido ampuloso post-punk apopado, a darme cuenta de que no me enteraba de nada de lo que estaba pasando: los nombres de Dinosaur jr. o Sonic Youth me parecían un misterio por resolver. De reconocer las cimas de The Church o de El Último de la Fila, a darme cuenta de que ese camino apenas tenía más recorrido. Me puse más en el jazz, en la clásica, en los libros... 

Fueron años, el ochenta y nueve, y los primeros noventas, de repetidas visitas a las tiendas de discos, porque los vicios son vicios; de tímida exploración del cedé (luego convertida en obligación por el mercado). Y en ese contexto, compraba discos por leves intuiciones, nombres que suenan, portadas irresistibles. No me daba cuenta de que estaba en un proceso de cambio, y buscaba razones para seguir adelante. 

Bien, Waking Hours, de los del Amitri, no destaca por la portada: era y es horrible. 





Pero me sonaban como un grupo prometedor que alguien había dicho que se debía probar..., que facturaban un pop mucho más sustancioso de lo habitual. Posteriormente he descubierto que la portada que tengo (edición de Alemania Occidental: ellos cuatro en plano americano mirándote a los ojos, un poco desde arriba, de sobrados, y ante un fondo de cielo azul, con una luz desastrosa que viene desde la izquierda y les disimula los rasgos), esa portada, digo, es alternativa, y existe otra, muy parecida en el concepto pero definitivamente distinta en la factura, los colores, el gusto. 





 El sonido es muy de final de los ochenta: como si los productores desearan reproducir a otros Commotions, como si los Midnight Oil cambiaran de vocalista y perdieran épica. En lo primero, habían acertado: la vocación de escritura pop de carácter estaba ahí; en lo segundo, me tocaron la moral, puesto que (aunque nunca llegara a la grandilocuencia) a este grupo no le sienta bien la producción de «vamos a conseguir el éxito». A lo mejor no les sienta bien la mezcla: tres productores distintos, varios músicos alquilados (dos de los Commotions, por cierto), impulso creativo original suavizado por un sonido dirigido a un público más amplio... 

Las primeras escuchas fueron de hombre con fe. Deseaba que me gustaran, porque en ese proceso de cambio, quería agarrarme a valores seguros. Pero no les encontraba mordiente. ¿Por qué? Hoy creo que eran las dos primeras canciones. Son buenas, no es que apesten. Pero suenan a cualquier cosa. Y para la tercera yo creo que ya estaba distraído. Pero la fe me hizo poner el disco las suficientes veces. Uf, cómo puedo explicarlo. «Move away Jimmy Blue» es de verdad.

 

 Y «Stone cold sober» una canción como la copa de un pino, tan buena que podría ser favorita de todas las generaciones y, aunque odie los himnos, podría convertirse en uno. Puede ser ese el problema de la primera cara. Desde ya digo que no me hubiera pasado nada de eso si hubiera empezado por la segunda cara.

 

«When I want you» es igual de potente y «comercial» que las dos primeras de la cara A, pero, por contra, es definitiva, es de verdad, es inapelable.

 

 «This side of the morning» demuestra que hay composición madura, y matices (te recuerda a un folk que luego, con las escuchas, resulta que está diseminado por todo el disco con muy buen tino).

 

 «Empty»...


 

 No sigo. La segunda cara es de traca, una detrás de la otra.

 

 Bueno, volvamos a la primera cara... No, no, que aparte de las dos buenas, las otras no están nada mal. Mmm. No están nada mal. Venga hombre. ¡Pero si «Kiss this thing goodbye» lo parte! Jopé, pues va a ser que este disco es tremendo... ¡Oyessssss! Me lo vuelvo a poner.

 

Sí, puede que Twisted (su cuarto disco) sea más redondo. Pero Waking Hours (1989), su segundo, es el que me compré en plástico, allá por el noventa y dos, cuando todos los caminos se abrían y no tenía ni idea de por dónde tirar. Y Del Amitri, en Twisted, ya eran, ya con mayúscula, un grupo madurado. La gracia de éste es el descubrimiento de un sonido, aún tentativo; la frescura del querer llegar a algún lado; y el cariño. Además..., «Stone cold sober»... ¡Uf! Suscribo.