lunes, 25 de febrero de 2013

Richard Thompson. Padre, hijo y espíritu santo




En los viejos tiempos, por casa corrió un disco de Fairport Convention (Unhalfbricking), creo que nos lo dejaron. O puede que lo tenga mi hermano. Y no recuerdo que Richard Thompson tuviera mayor relevancia. Pero con los años ha ido apropiándose de un espacio de mi tiempo. ¿Y cómo no? Ahora mi hermano ha colgado una preciosa canción en su feisbuc. Y a mí me tocaba nuevo capítulo del blog, y... ¿por qué no? A por él.

A partir de 1988 empecé a escuchar a Richard Thompson más a menudo. Me aficioné salvajemente a la época de folk-rock americano de la ilustre banda inglesa: Fairport Convention; en solitario también lo escuché (con resultados ambiguos), y me emocionaba en los discos de Nick Drake, y en sus colaboraciones con Danny Thompson (el contrabajo de Pentangle), y en el primero de Sandy Denny, ¡y en los discos de French, Frith, Kaiser and Thompson! (impagables). Es raro. Este hombre no hace pop que hechice a la primera; no me ha acabado nunca de gustar del todo su voz (bueno, nunca..., ahora me resulta irrenunciable, en sus discos). Pero tiene ciertas canciones que llegan tan hondo, toca la guitarra con tal ritmo y convicción... que no he podido renunciar a seguirlo. Me ha costado tiempo y dinero, pero ha valido la pena.

Tiene el encanto del folk, la amargura del rock, la aventura del mástil de la guitarra. Y cuando entra, entra de verdad. ¿Alguien ha comido lamprea seca y asada? Pues eso. Ahora bien, no sé qué disco puede recomendarse. Un doble recopilatorio llamado (guitar, vocal) (de 1976), creo que fue el que me derribó definitivamente. Recomiendo fervientemente también su Shoot out the lights (de 1982), y el Invisible Means (1990) de French, Frith, Kaiser and Thompson (esto..., gente de Captain Beefhart, de Henry Cow, improvisadores natos). Y ahora mismo estoy muy emocionado con un dvd del Austin City Limits en formato de trío y con su disco de 2010, Dream Attic.

Si no lo conoces: Atención: Esta recomendación es altamente peligrosa, puede que no entiendas nada, puede que te falte hacer gimnasia o meditación para captar su magia, o puede que te deje seriamente preocupado por cómo vas a hacerte con sus discos. Aquí va una selección aleatoria.

Autopsy (Fairport Convention)
 The Calvary Cross
 
 Shoot out the lights
 
 1952 Vincent Black Lightning
 Killing Jar (F, F, K and T)
 

sábado, 16 de febrero de 2013

The Smithereens. Tras un muro de sueño.

Éste, amigos, es un disco por todo lo alto de un grupo por todo lo alto. The Smithereens llegaron a nuestro país allá por 1986 con su trabajo envuelto en un lazo "especialmente para ti". Doce canciones en las que nos demuestran que son capaces de moverse con fluidez entre la fuerza rockera, la energía popera y la balada desesperada. Una grabación con productor (Don Dixon) y colaboraciones de lujo (Suzanne Vega).

Tengo en la cabeza la idea de que es uno de esos grupos de más allá del Atlántico a los que se ha seguido con más devoción en Europa (y por supuesto en España) que en los USA. Aquí se les recibió de maravilla en su primera gira, que paró por Barcelona en el antiguo Zeleste de la calle Argentería (entonces llamada Platería). Esa antigua mercería transformada en templo del rock donde iban a parar entonces los mejores. Allá estuvimos nosotros en primera fila compartiendo sudores, saltos y humaredas varias con los músicos que estaban tan cercanos al público que te pedían cerveza, tabaco y otros estupefacientes sin ningún recato.

El sonido del grupo es extraordinariamente clásico, pero tiene la personalidad que sólo unos pocos pueden imprimir a su música para que luego cuando oyes a otros pienses aquello de: "me recuerdan a los Smithereens". 

El disco empieza con una auténtica simple presentación, "Strangers when we meet". Una dosis en vena de lo que hoy llamaríamos "power pop". Guitarras aceleradas, redobles de batería, voz solista y ¡esos coros! (Ahhhhh!!!! Lalalala!!!!) . Éramos desconocidos cuando nos encontramos... ¡pero ya no!

Ahora la armónica llama la atención para que les escuchemos después de la presentación. Tienen algo que decirte nena. "Listen to me girl"... Si esta canción fuera de algún autor consagrado hubiera sido un clásico. Ahora con los años lo es.

No dan tregua con "Groovy Tuesday", las cartas están sobre la mesa, las guitarras suenan decididas, bajan y suben la intensidad cuando les conviene. La típica canción para gritar y acompañar en los coros finales con el puño en alto.

Y ahora nos sorprenden con un acordeón, guitarra acústica y la voz en primer plano, los voltios quedan aparcados de momento para fumarse un cigarro.

Vuelven al pop de las guitarras afiladas en "I don't want to lose you" en la que la voz de DiNizio se luce en la pronunciación de las "us" y los coros ululantes preceden a los diálogos entre guitarras.

Siguen intensamente con "Time and time again" con un sonido muy sesentero y la guitarra mucho más rockera en algunas fases. Pegadiza a más no poder. No le hemos dado la vuelta al disco y ya llevan seis posibles singles directos a la lista de éxitos.

Le damos la vuelta y parece que la cosa va a seguir igual. "Behind the wall of sleep" es una de las mejores del disco otra de esas canciones en la que la palabra más repetida es "she". Así que ya sabes de que habla. La típica que coreamos los tíos y ellas escuchan embobadas pensando que va por ellas eso de: "Now I lie in bed and think of her. Sometimes I even weep, Then I dream of her behind the wall of sleep."

Y ahora van a imprimir huella en las avenidas de la música moderna de finales del siglo XX. "In a lonely place" es una balada con arreglos excelsos. Vibráfono (tengo debilidad por ese instrumento), guitarra acústica y voz en primer plano, voz femenina (Suzanne Vega) de fondo (siempre hay una amiga para sostenernos la mano en el peor momento), la batería acariciada suavemente y... ahí queda eso.

"Blood and roses" sonó en varias películas y es una de sus canciones más conocidas. La introducción con el bajo es inconfundible. DiNizio canta con absoluto desprecio aquí, pronunciando bien fuerte las "o". Creo que ya ha superado la decepción y ha salido del lugar solitario al que cantaba en su anterior tema. Una más para la historia.

"Crazy Mixed-Up Kid" es la única que no está compuesta por el grupo, queda enmascarada (como todo el final del disco) por las maravillas anteriores. Escuchada de forma aislada suena como un exitazo de los sesenta.

"Hand of glory" Energía a raudales antes de acabar.

"Alone at midnight" El músico, el artista, al final siempre se queda solo en la noche, para componer, para pensar, para beber. Excelente final con las guitarras no queriéndose marchar.

Igual suenan sencillos, a mí me suenan sinceros y emotivos. Más de un grupo actual los debe haber oído (y copiado su sonido). Kurt Cobain reconocía en su diario que éste era uno de sus álbumes preferidos. ¡No tenía mal gusto el rapaz!















martes, 5 de febrero de 2013

The Soft Machine. Volume Two (Válium, tú)




Como tengo la gripe, y un poco de fiebre, es un buen momento para escribir sobre La máquina blanda. ¿Eso resuelve el problema de la ingestión de drogas? No del todo, porque no resuelve mi indecisión entre el primer disco y el segundo (los cuales siempre he conocido y escuchado en formato doble, los dos juntos). Si me tomara un válium, uno, me quedaría corto; si me tomara los dos váliums, me pasaría un poco; así que, sea como sea, vamos con el válium, tú, que parece que me pierdo.

Iluminaciones I. Imprescindible muestra del Volumen Uno (en directo):
La gira americana con Jimi Hendrix Experience (1968) acabó con The Soft Machine, no exactamente porque Kevin Ayers se fuera del grupo (que también, supongo). El caso es que el Volumen Dos se grabó con Hugh Hopper al bajo y más bien sólo porque la compañía discográfica se lo exigía por contrato. Es un disco de transición hacia la nada, y sin embargo es el equilibrio perfecto entre un grupo de pop psicodélico (con derivaciones instrumentales) y un grupo de jazz a piñón (es decir, entre un grupo genuino del swingin london y un grupo a imitación de John Coltrane).

Ahora, además, me apena enterarme de las miserias de las relaciones humanas: Wyatt y Ratledge no se entendían; el grupo estaba roto en lo que importa más (el corazón) y sólo siguió porque lo decía el contrato, y luego... los conciertos y la promoción llevan a una inercia de la que a veces es difícil salirse. Third muestra a un grupo dislocado (sería su White Album; cada uno a lo suyo y una cara para cada uno y si lo toco todo yo... pues así no molestas).

En todo caso, percibo un mensaje muy claro en el devenir del grupo. Los demás no querían que Robert Wyatt cantara. Su deseo era internarse en el jazz instrumental (y a lo mejor también alejarse del carácter psicodélico-patafísico del baterista). Me parece que Third mostrará en «Moon in June» que Wyatt continuaba con la idea del collage como composición cubista; en cambio, el resto hacía largas composiciones de desarrollo armónico (es una idea que se me ocurre, no he analizado musicalmente el asunto). Eso es lo que da la clave del Volume Two, de su excelencia, de su rareza. Es un disco de canciones microscópicas que se empeñan en conectar entre sí, unidas como una sola canción, y hasta cuando cambia por completo el groove e incluso la clave armónica, parece que empasta a la perfección (estoy pensando en el comienzo de "Dada was here" y el de "Pataphysical Introduction part II"). Es una máquina a todo vapor, pero con pegada blanda. Un perfecto ejemplo para la ciencia de las soluciones imaginarias: equilibrio entre arte pop y arte culto. Emocionante.

El secreto es la melodía y la voz de Wyatt. Se produce una extraña sensación de celebración bacanal, de alegre humor exento de mala intención. La influencia de Robert Wyatt era tan fuerte que incluso la segunda cara, centrada en composiciones de Ratledge, se tiñe de sus arreglos vocales. Pero todo eso se perdería en el tiempo, como lágrimas en la lluvia (como diría el Nexus 6). Jamás, ni siquiera con la segunda Máquina Blanda (Matching Mole, machine molle), se recuperaría ese equilibrio entre solos progresivos y canciones. Luego vino la defenestración, la silla de ruedas y el cambio de tono por completo: un artista sublime, pero con una seriedad, un compromiso y una tristeza que no me producen las mismas ganas de silbar (ojo, artista sublime, sólo que renegado de aquella efervescencia psicodélica , no me extraña).

Lista de reproducción disco entero: En directo:
 Iluminaciones II. Para quien desee escuchar unos minutos de la música más hermosa jamás hecha (Robert Wyatt):

sábado, 2 de febrero de 2013

Trouble in mind. Bienvenidos a la ciudad de la lluvia

Hay épocas de crisis en la vida. Momentos en los que parece que salgas de una puerta giratoria a toda velocidad y al salir a la calle estás tan mareado que te tambaleas y dudas sobre que camino tomar. A muchos hombres nos pasaba eso tras el Servicio Militar. Tras ser abducidos por fuerzas extraterrestres durante aproximadamente un año, nos devolvían al mundo real y resultaba extraordinariamente difícil orientarse y encaminar correctamente los pasos vitales y sentimentales.

En esa época y por culpa de mi hermano, tropecé con "Trouble in mind" de Alan Rudolph. Una película que ví en versión original en el Teatre Capsa. Un centro progre, de cine, teatro, sala de conciertos y reuniones, situado en Aragón esquina con Via Laietana. Ahora ya no existe, fue engullido por la especulación inmobiliaria, diría que allí ahora se ubica una residencia de ancianos.

La película tiene "algo" que emociona, que deja huella indeleble sin necesidad de contar algo más que una simple historia de personas que se encuentran e intercambian sueños, anhelos e ilusiones en medio de una ciudad gris, lluviosa, proclive a la violencia y al totalitarismo ("This is Rain City. Join the Army").
La banda sonora es importante, de empaque. Lleva la batuta de forma magistral el trompetista Mark Isham, acompañado por Pee Wee Ellis entre otros, en una de sus primeras composiciones fílmicas. (Luego se hizo habitual en ellas, por ejemplo en "Crash"). Entre medio de los instrumentales surgen varias "perlas" de la voz de Marianne Faithfull, una mujer que renació de sus propias cenizas para ofrecernos en 1979 un disco inolvidable, "Broken English"... Bueno... La verdad es que varios discos inolvidables, porque de éste y de sus sucesores salen permanentemente algunas flores cuyo perfume, de forma recurrente, quieres volver a oler. Por ejemplo la versión de "Working class hero" de Lennon o "Running for our lives".
La canción que da título a la película es un clásico de los años veinte del siglo pasado que tras rondar por múltiples voces (¡Que bueno es tener que informarse para escribir! He descubierto entre otros a Sam Cooke, Jeff Beck, Janis Joplin, Nina Simone, Aretha Franklin, Hank Williams Jr., Hot Tuna, Johnny Cash y Jerry Lee Lewis acompañado de Eric Clapton) encontró la de la ex de Mick Jagger que le viene perfecta a su temática sentimental y cinematográfica.

"Trouble in mind, I'm blue
But I won't be blue always,
'Cause the sun's gonna shine
In my backdoor some day."


Las escenas finales de la película (ver el video adjunto) con algunas frases magistrales (La de Genenieve Bujod sobre el amanecer, por ejemplo), se acompañan de "The Hawk", una antigua y hasta entonces desapercibida composición del gran (inmenso, magnífico) Kris Kristofferson  (¡Menuda voz que tiene como cantante y como actor! Inolvidable  su rotundo "Hello Billy" en la fallida  "La puerta del cielo" de Michael Cimino. Ya sé que sale en otras más antiguas, pero ésta es la primera en la que le oí hablando en versión original) que con arreglos de Isham y voz femenina cobra vida propia en un coche descapotable que huye de la lluvia pertinaz hacia un sol que, al fin, vence a las nubes, recordándonos que, pese a todo, siempre queda una pequeña esperanza de un futuro mejor.
El disco, con la banda sonora, diría que me lo grabó en cassette mi hermano y, especialmente esta canción, sonó mucho en mi coche volviendo solo de madrugada a casa. Lo estuve buscando años en vinilo o CD. En todas las tiendas de discos en las que entraba, siempre revisaba el apartado de bandas sonoras. No había manera. Hasta que un día, como por casualidad en 1996, saltó a mis manos en el Megastore Virgin de Paseo de Gracia/Gran Vía. Otra tienda que ha desaparecido de su ubicación para ser sustituida por una de ropa.

A veces vale la pena esperar mucho tiempo para conseguir y disfrutar de lo que deseas.

Vuelvo a poner la canción completa porque en el anterior video queda cortada y... vale la pena oírla al completo.