viernes, 28 de diciembre de 2012

Everything but the girl. "Fea pero que voz"... Con perdón

Una de las cosas lamentables de haber perdido mi colección de revistas musicales (¿Qué habrá sido de ellas? Hoy valdrían una pasta... o no) con todos los números de "Vibraciones" desde 1977 hasta su desaparición, "Rock Espezial" y "Rock de Lux" hasta los primeros 90, es no poder recuperar alguno de aquellos artículos que dejaron frases monumentales para mi historia personal.

Una de esas frases aparecía en la crítica de uno de los primeros discos de esta pareja británica, "Everything but the girl", en la que se calificaba a Tracey Thorn como "fea, pero que voz". Frase políticamente incorrecta e inaudita hoy en día. Seguramente se le caería el pelo al crítico, tendría avalancha de "twitter" enojados y se vería obligado a pedir disculpas por todos lados.

Si sólo miramos su foto, probablemente nos parezca acertada su apreciación. Lo interesante del tema es cuán bella se hace esta mujer en cuanto le asoma una palabra por los labios. A mí me seduce, me trastorna, me teletransporta a otros tiempos, me trae aromas intensos, me dan ganas de besarla y es que, por suerte, hay cualidades humanas que hacen atractivo al menos agraciado.

El primer disco de esta pareja tiene el sugestivo nombre de "Eden" y a este maravilloso espacio te ves transportado cuando lo escuchas. Yo lo tenía (y lo tengo) en cassette grabado por mi hermano. Nunca lo tuve en vinilo y tampoco en CD.

El disco lo podemos calificar de todo menos de moderno. Ni ahora ni entonces suena a otra cosa que a clásico. Es música para espacios y grupos reducidos, intimista como la que más pero para todos los públicos. Sirve como banda sonora para cualquier situación, se adapta como un camaleón a una cena íntima, a una sobremesa con la familia, a los cuchicheos de madrugada de los amigos o bajo los edredones, incluso a los juegos infantiles o como villancico y, por supuesto, a la conducción a cualquier hora del día (un placer escuchar música cuando se conduce solo, o acompañado por alguien que no parlotea de forma innecesaria y constante, un largo recorrido ).

"Each and everyone" Suena a película. No entiendo como no sale en ninguna banda sonora. El sonido de los saxofones y las congas cuelga a los lados de la voz de Tracey soltándote nada más empezar eso de:

"If you ever feel the time to drop me a loving line
maybe you should just think twice"

Y si tienes un mínimo de sensibilidad te pones de inmediato de su lado y ya no la puedes dejar.

 Le sigue "Bittersseet". Agridulce por lo corta, cuando se acaba es obligado volver a ponerla. Ben Watt se luce en las cuerdas. No todo el mérito es de la voz de Tracey. La parte masculina del dúo compone varias canciones y se encarga de la producción y lo hace de forma elegante y efectiva.
En "Tender blue" la voz masculina inicia la canción y lo hace muy bien, pero rápidamente añoras la voz de ella que aguarda hábilmente a que te inquietes, a que la desees. Una melodía ideal para una sofisticada coctelería, interpretada por un grupo de jazz. Terciopelo (porque queda mal decir visón o marta cibellina).
"Another bridge" es un single pop por excelencia. Demuestra la versatilidad del grupo que en el futuro se confirmará cuando se pasen al "dance" en el disco "Walking wounded".

"The Spice of Life" es de mis favoritas del disco. Instrumentos de cuerda y voz al principio. Poco a poco se le van añadiendo instrumentos pero no hay crescendo. La voz se mantiene firme. Se le suman unos coros suntuosos y... "Sometimes I would turn back the clock, And recapture all that we've lost, But I couldn't give up all that we have today".
La más corta del disco es "The dustbowl". Apenas un minuto y medio de un diálogo de voz y guitarra. Otro tarareo de teletransporte.
Volvemos al local de los años de la "ley seca". A ese espacio lleno humo y gente elegante, de lentejuelas y vestidos negros. Yo a esto le suelo llamar jazz. Pero hay gustos y opiniones para todo... Tracey no canta. Es instrumental. No desentona porque Ben Watt es un buen compositor. Parece mentira que sea su primer disco.

Otra corta, hasta en el título ("Even So"), como casi todas (la más larga 3:30), como el propio disco. Las castañuelas... las castañuelas. Quieren tocar todos los palos.

"Frost and fire" está marcada por el fraseo de los teclados, los bongos y guitarras psicodélicas. Se titula igual que un cuento de Ray Bradbury. La versión en directo es fabulosa.
"Fascination". Pues eso... fascinado me quedo. Una de las clásicas de esta pareja. La voz llena todos los huecos, te envuelve en suaves ungüentos y vendajes. Si te dejan con esta canción debe doler menos. Podría decir que es la mejor del disco. "To prove that I don't mind".
"I must confess" emparenta con la música brasileña. Otra piedra preciosa escondida entre dos láminas de cartón.
El disco finaliza con "Soft Touch" cantada por Ben Watt acompañado por su guitarra. Una bonita canción en la que (perdonádme) echo de menos la bella voz de la "fea".
Suerte a todos y buena música el próximo año.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Tom Waits. Una celebración de la voz quebrada




Creo que en casa solo teníamos en plástico este indiscutible Blue Valentine y un recopilatorio de la primera época (Bounced Checks). Pero casi todo lo demás lo grabé en radiocassette. Lo conocimos en los años ochenta, me parece, cuando ya había sacado Swordfishtrombone. Pero Tom Waits fue una referencia que creció rápidamente. En mi biografía, de hecho, se mezcla con puntuales escorzos de vida bohemia hacia el año 1985. Mi novia. El barrio de Gracia. Un conocido (ni siquiera un íntimo) que me dejaba las llaves de su casa (gracias, tío, eso era generosidad). Michael Franks, Aromas de Montserrat, frío bajo las sábanas transformado en cariñosos recuerdos. 

No es un artista fácil. Eso me gusta. Hace ya muchos años que es, de hecho, un artista difícil de digerir. Me sigue gustando. Me da la impresión de que hace lo que le apetece (seguramente siempre lo hizo). Y recomiendo con mucha pasión que la gente lo escuche con los brazos abiertos, dispuestos a recibir una hostia en vez de un beso. De todas formas, este disco es probablemente el pináculo de su época más «comercial», así que, si no podéis entrar por aquí... dejadlo correr.

Uno no puede escuchar «Somewhere» y no derretirse. Es una voz rota que lamenta una felicidad que ha de venir (algún día), una melodía multiplicada por la interpretación tan ajustada, tan escalofriante, que dan ganas de tocar la trompeta como Chet Baker. No es cierto que la música de Tom Waits haya cambiado tanto. Si no, escuchad con cuidado la siguiente. Sombría, violenta, igual de expresionista que ahora. Lo único que ocurre es que el género, el jazz, el blues, se ha convertido hoy sencillamente en el propio artista. Uno ya no piensa si hay saxo y piano, o por el contrario, una sinfonía de cacharros en un cementerio de coches. Santa Claus está borracho. «Red shoes by the drugstore».
  Ahora vuelvo a poner la aguja sobre la tercera de la primera cara: «Christmas card from a hooker in Minneapolis». Suena un piano eléctrico nocturno. Tom canta desde el bar de enfrente. La progresión de acordes es la clásica de su primera época. Abriga, acoge, desnuda y deja desolado. Es lo que ocurre cuando uno está en casita, calentito, y se arriesga a experimentar música de verdad. «Romeo is bleeding» ( versión en directo). Historias callejeras. No me extraña que hubiera una conexión Springsteen-Waits. Los dos primeros discos del Boss tenían ese aire caluroso de la noche en la ciudad (¡guau, me acabo de acordar de «New York Serenade»!). Pero Waits es muchísimo más... «Ándele, pues. Hey, pachuco. Apague la luz ya. Vamos a dormir.» «$29.00». Un blues. Parece la que está más metida en vereda. Instrumentación clásica. Solo de piano. Solo de guitarra. Dulzura espinosa. «Wrong side of the road». Te has equivocado, chaval, ese es el camino malo. Vas a sufrir. Una banda jazzera puede sonar con mucho peligro. A latigazos. La voz es una serpiente venenosa. La instrumentación de una altura propia de una máquina bien engrasada. Ese órgano silba como una mala idea. En «Whistling past the graveyard» un fraseo de blues camina y se tropieza hasta alcanzar el swing. Desatado. Como si una tonadilla optimista se hubiera retorcido hasta convertirse en una amenaza. «Kentucky Avenue». Bueno, es cierto, existe «Tom Traubert's Blues». Pero la Avenida Kentucky es para mí la canción más hermosa de Waits. Vale, tiene muchas y muy hermosas. Pero esta me estremece. Recuerdos de juventud: frases que recuperan a los viejos amigos, travesuras y quizá la sugerencia de una amistad desgraciada..., y el mito del viaje en tren a New Orleans, a la aventura. El romanticismo de Tom Sawyer y Huckleberry Finn. Y los violines que se meten por las venas y rompen en un torrente de llanto. El otoño viene con hojas viejas. He aquí una versión en directo con la letra traducida. Para disfrutar doblemente. «A sweet little bullet from a pretty blue gun» (versión live). Quien crea que «Blue Valentines» es una celebración del amor debe de estar equivocado. Jamás he visto con mayor claridad el sarcasmo de una canción. Esa guitarra se hinca como cristal de botellas rotas, y no hace falta que el cantante te diga que bebe para olvidar. Antes de saber lo que decía la letra, ya me imaginaba que el Día de los Enamorados no era el día de la celebración del amor. Y ahora me suena a la vieja historia: ella te quiere; tú, no (o viceversa). Y el caso es que Rickie Lee Jones, que yo sepa, es la rubia aprisionada contra el coche de la contraportada (menudo chuloputas que está hecho el tío). 


Luego no se confirmó la parejita feliz. Pero a nosotros qué nos importa, si ambos dejaron discos emocionantes. Todos los borrachos tienen una espinita clavada en el corazón. Oigo a Tom Waits, y parece que me haya tomado cinco whiskeys seguidos. Feliz melopea. Tristura blues. 

Unha vez tiven un cravo cravado no corazón, 
i eu non me acordo xa se era aquel cravo 
de ouro, de ferro ou de amor. 
Soio sei que me fixo un mal tan fondo, 
que tanto me atormentóu, 
que eu día e noite sin cesar choraba 
cal choróu Madalena na Pasión. 
 (Rosalía de Castro)

sábado, 15 de diciembre de 2012

The The. Una incierta sonrisa


El proyecto musical de Matt Johnson no podía ser más atractivo. Un nombre misterioso para un grupo unipersonal, unos títulos acertadísimos, unas canciones originales y envueltas en una portada de cómic. A ver quien era el guapo que se llamaba "moderno" en 1983 y se resistía a comprar este disco. Nosotros seguro que no.

Ya nos había dejado hipnotizados con las canciones "Uncertain smile" y "Perfect" que aparecieron en formato "single", ésta última con David Johansen (de los New York Dolls) en la ármónica y Johnson en la voz y todos los instrumentos. Una canción con envoltorio alegre en sus ritmos pero peligrosamente hiriente y cínica en su letra. A la versión discotequera de más de nueve minutos en formato "supersingle" le sobra longitud, pero reconozco su efectividad para el movimiento del cuerpo. Sorprendentemente en la edición europea del disco esta canción no está presente.

"Uncertain smile" salió previamente (en 1982) y fue todo un "hit" simplemente sonaba diferente, sonaba a música del futuro: cajas de ritmos, guitarras, un solo de saxo y encima se podía bailar. A mis amigos menos rockeros y más afines a las discotecas les encantaba. A nosotros también. En el álbum el solo de saxo fue sustituido por un inolvidable solo de piano tocado por Jools Holland (Sí, sí, el de la BBC, resulta que es músico y con tanta televisión nos hemos olvidado). Una canción que vale por toda una carrera musical.
El disco se hizo esperar (tardó casi un año desde los singles) y lo compré de inmediato. Prometía fuertes golpes de martillo en la imagen y en la frase de la contraportada ("With every kick in the face and every hurdle you pass the rewards get greater") que se confirman con la escucha de sus "siete canciones siete". La edicion que tengo carece totalmente de créditos, aquí se iba a lo barato, y durante años pensé que Matt Jonhson repetía como multiinstrumentista, pero la lista de músicos es bien larga, y con empaque. Por citar uno me quedo con Zeke Manyika (el de los Orage Juice) en la batería.
La primera canción del disco, "I've been waiting for tomorrow (All of my life)", adquiere una dimensión más rockera en directo, pero la versión del disco, con los redobles de batería de Manyika tras la cuenta atrás de despegue, te pone literalmente en órbita.

"This is the day" es, como se dice hoy en día, un "temazo" de principio a fin. Unos teclados repetitivos que suben poco a poco hasta  la percusión que marca el inicio del fraseo del órgano y una voz tan maciza que, aunque se adorna con palmadas en la vecindad del estribillo, deja claro que habla totalmente en serio, aunque deja un resquicio de alegre esperanza en los ritmos. El muy cachondo se hizo una versión titulada "That was the day" en su disco "Re-infected".

"You could've done anything if you'd wanted
And all your friends and family think that you're lucky.
But the side of you they'll never see
Is when you're left alone with the memories
That hold your life together like glue..."

El tono de seriedad se mantiene en el inicio de "The sinking feeling", pero se deja ir un poco más en el estribillo. Me encanta como suena el bajo en esta canción. De la letra mejor ni hablemos. La pongo en directo, suena tremenda.
En la segunda cara sólo hay tres canciones. "The Twilight Hour" tiene una potencia descomunal, las fases instrumentales, la batería y las percusiones golpean los tímpanos, se te meten en las ideas. Las palabras suenan a las verdades que a veces te dicen los amigos para espabilarte.

"You were emotionally independent
But starved of affection
But now you've been trapped by tenderness
And been beaten into submission"

"Soul mining" da título al disco. Tiene un inicio inquietante (como muchas de las canciones del disco), como para dejarte claro que no está para bromas. Se dulcifica un poco en el canto, pero se nota la tensión contenida en todo el trayecto. Se niega a ser un simple cantante de éxitos.

"You're floating down a tunnel
In a little wooden box
You're cold and your lonely and enveloped in fog
You've been pried open and left here to die
You should have trusted your instincts
'cause they don't tell lies"
"Giant" finaliza el disco. Una canción de más de nueve minutos que podría sonar tranquilamente, hoy en día, en cualquier discoteca. ¡Atención al solo de batería de Zeke Manyika! Luego vienen los coros (Ieh, ieh, ieh, ieh... pa pa pae) y ... queda claro que es un disco avanzado a su tiempos. Bienvenidos al siglo XXI.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Amigos imaginarios. Museo de reproducciones




Bueno, a veces hay que tomar partido. Y normalmente se hace por razones que no pueden ser objetivas. Eso en la música no es novedad. Suelen ser ésas las razones por las que abrazamos a los seres queridos. De hecho, sólo por esas razones he salido corriendo a comprar un disco, por un pálpito.

Yo he tomado partido por los Amigos imaginarios.

Volví a encontrarme con Santi Campos gracias a mi hermano, que se ha desbocado en la asistencia a conciertos y me llevó a uno pequeño, acústico, en un bar garajero de Barcelona llamado Barbara Ann. Me pareció excepcional, por muchas razones. Y volví sobre su música...

...Porque ya lo conocía. Creo que fue en Disco Grande (o puede que Santi Alcanda) de Radio 3. Relacionaron de alguna manera a Santi Campos con Tarik y la Fábrica de Colores. Me gustaron ambas referencias. Y me hice con Amigos imaginarios (su segundo disco en solitario). Me gustó mucho, pero no lo descubrí por completo (y eso que «Superman» te hace polvo). Luego me cogió mayor afición con El invierno secreto, El maestro de Houdini y Muñecas rusas (ya bajo el nombre colectivo del grupo y ofrecidos de manera gratuita en su bandcamp). Y llegó, unos añitos después, el concierto a cara de perro, sin micrófono, demostrando que las canciones en directo no se defienden sólo con la buena música, sino con personalidad, desvergüenza y cosas que decir.

Ahora he comprado Museo de reproducciones a través de una inversión a plazos (crowdfounding, le llaman) (a plazos es el disco: primero en el deseo, a continuación en algunos vídeos caseros, luego en el máster digital por email, y ahora esperando la entrega física del cedé y el plástico mezclados en EE. UU.) Estoy muy contento. Hacía tiempo que no compraba un disco. Hacía tiempo que no deseaba tener un disco.

Bien, en el concierto del Barbara Ann, Santi Campos cantó a pelo e hizo cantar al personal. Escuché en primicia algunas de las canciones del nuevo disco (sí, sí, también las «canté», sin conocerlas, atreviéndome a desafinar). Por ejemplo, «Ilumíname», que presentó como un espiritual. Por ejemplo, «Limpio y nuevo», que nos hizo cobrar esperanzas de curación. Por ejemplo, «El hombre cometa», título de su libro de poemas y canción arrebatadora. No querría abundar en frases elogiosas, pero esta canción me hace temblar. En el disco hay más, mucho más. Lo voy descubriendo poco a poco. De hecho, no quiero descubrirlo del todo hasta que (más o menos para enero) pueda poner en el tocadiscos y a toda pastilla el disco de vinilo. Por ejemplo, este tema musculoso: "Combustión espontánea". Si no es es un hit es porque ya no existen. Por ejemplo, esta canción de sonido campestre: «Entre la tormenta y el aguacero.» «Ven, ven, ven. Si quieres, yo quiero.» Es una maravilla que «de repente se cuela por un agujero» del corazón. ¡Pues claro que quiero! O este cañonazo: «Dulce cabeza triangular». Creo que es una de las canciones de amor más humildes que he escuchado. Y me hace sentir bien. Me hace sentir muy bien. Los mejores Beatles hacían canciones como ésta: «Manual de autoayuda». No creo que tenga que decir más. «Casi» es candorosa. Casi es maravillosa. Casi es una buena razón para seguir adelante, sencillamente porque su contagio produce una enfermedad muy ¿común?: la inteligencia, el humorismo... y el éxtasis de la melodía. «Dos hermanos» no trata sobre los responsables de este blog, qué más da. Es la última del disco, el anticlímax, que se dice. Mmm, debe de ser la guitarra de Ester Rodríguez con su poquito de trémolo. Se aproximan los dos cantantes al micrófono y susurran: ¿Nos vamos a la cama? Bueno, vale, sí, sí..., pero como hermanos. Hay alguna canción más. Os invito a descubrirlas. Rock Indiana pondrá a la venta el disco de manera covencional, etc. No os lo perdáis.