domingo, 25 de marzo de 2012

The Sound. Engullidos por la boca del león. “From the lions mouth”


Otro grupo maldito. Su líder y cantante Adrian Borland se suicidó en 1999 arrojándose al tren tras pasar durante años por problemas serios de salud mental. El teclista Max Mayers había dejado el mundo unos años antes. Estos sí que son realmente poetas muertos, imposibles de resucitar desde sus féretros. No como otros grupos contemporáneos suyos que se empeñan en seguir al pie del cañón, o volver de la tumba musical, sin otra intención nueva que apropiarse del dinero de los incautos para seguir viviendo a cuerpo de rey y sin aportar nada nuevo a la música que experiencia y nostalgia. 

 No tuvieron buen final porque se negaron a dar un giro comercial a su música y quisieron seguir fieles a sus convicciones. Todas sus obras son valorables y, de hecho, salvo su primer disco (“Jeopardy”) los tengo todos. Se convirtieron en grupo de culto. Calificación estúpida que se aplica a todo lo bueno pero sólo conocido por unos pocos y que remite a supuestos motivos culturales, místicos o mágicos (y por lo tanto más elevados) para que sólo gusten a un puñado de adeptos y estos se sientan superiores al resto de los mortales. Tuvieron algún momento bueno como cuando salieron en TVE en el programa de la Chamorro en el 84. Yo los vi en Studio 54 en la gira del “Heads and Hearts” en un magnífico concierto en Marzo de 1986 (me parece).


Los conocimos en algún programa de radio. No sé cual. ¿Quizás en el de Luis Segarra en Radio Club 25? Aunque también podría haber sido en el de José María Pallardó en Radio Juventud, “El clan de la una”. ¿Os imagináis? Un programa de música moderna a la una del mediodía, increíble. Sea donde fuera, la sinfonía de ritmos marciales que cierra el disco: “New dark age” prometía emociones fuertes y la bella pintura de la portada, enfrentando a Daniel a los leones, confirmaba que era un grupo interesado en transmitir mensajes y,  para postre publicaban en un sello desconocido con nombre de Europa del Este: Korova. 

Ya desde la primera escucha “The Sound” demuestran lo bien justificado de su nombre, su sonido es original, macizo, variado y tiene una calidad que desborda. Cualquiera de sus canciones merece ser destacada. Combinan perfectamente la sección rítmica con los teclados, especialmente el potente bajo manejado por Graham Green. Las guitarras tienen un sentido más rítmico que solista  y la voz de Borland es extraordinariamente expresiva y lo borda. Las canciones suelen presentar un sentido ascendente, mejorando constantemente hasta los finales, en algunos temas recuerdan a unos Joy Division con un sonido más limpio y profesional. En directo sonaban con una contundencia enorme. Te hacían palpitar el pecho fuertemente. El doble en directo, altamente recomendable, “In the hothouse” contiene versiones de este disco (como la de “Skeletons”) que completan los círculos iniciados en el estudio.  

  Me resulta difícil destacar canciones. Todas son buenas desde la inicial “Winning” hasta la final "New Dark Age". Ahora mismo está sonando “Judgement” con esos redobles de tambor lejanos que anuncian cumplimientos de sentencias en plazas públicas. Que tarde o temprano todos tendremos que rendir cuentas en algún sentido. ¡Que bien transmiten esos pequeños detalles musicales el mensaje de la canción! ¿Y el final acelerado? Teclados que suben poco a poco marcando el ritmo hasta breves solos de guitarra alternados nuevamente con teclados.

El tono de las letras es algo depresivo. ¿Que le vamos a hacer? Conociendo el final del cantante y compositor, ahora se entiende todo. Muchos paralelismos con Ian Curtis de los Joy Division. Incluso le dedicaron en directo en “La edad de oro” una versión de “Silent air”. Por cierto, ahora volviéndola a oír confirmo que es una gran canción. Otra de esas que ya sabes de que habla aunque no entiendas el idioma. La tragedia siempre ronda todo lo glorioso. La épica de los héroes siempre está cercana a la muerte. Sobreviven mucho más y mejor los cobardes. A veces convertidos en falsos héroes. ¡No confiéis en los supervivientes!

 “There’s a devil in me. 
Tryng to show his face. 
There’s a god in me. 
Wants to put me in my place.
I’ve got to get a hold of myself. 
I’ve got to be in possession.” 


sábado, 17 de marzo de 2012

The Blue Aeroplanes - Swagger. Aviones de papel rozando los tejados

No guardo ningún recuerdo de cómo descubrí a este grupo, sólo que compré su tercer disco, Spitting out miracles (1987), porque estaba de oferta. Muy barato. Quizás fue por su nombre: The Blue Aeroplanes, y por el título del disco: Escupiendo milagros. Me gustó la portada. En fin, ese fue el primero que tuve. Y me quedé prendado. Fue una revelación. De inmediato, también muy barato, me hice con el cuarto, una recopilación de singles, Friendloverplane (1988). ¡Doble! La confirmación. Me vienen a la cabeza relaciones con los grupos de Cherry Red Records, no sé por qué, quizás porque en ellos hay poesía y aventura. Y luego, en 1989, mientras iba y volvía en coche de Mercabarna cada día, oí en Radio 3 que publicaban Swagger. Pusieron «What it is», con la colaboración de Michael Stipe, de REM (que estaban en su mejor momento, después de Green). Aquí se convertían ya en un grupo de una solidez admirable. 

The Blue Aeroplanes, desde el principio, se muestran como un grupo distinto, solo apto para espíritus aventureros. Se trata de rock and roll, no hay duda. Debe su impulso inicial al punk (se nota por lo espontáneo), y se cimenta en las guitarras melódicas de The Byrds, o The Church, con tejidos de tres o más guitarras, contrapuntos, arpegios elegantes. Luego explotan con distorsión y la luz se vuelve cegadora. El líder conceptual y letrista no canta, más bien recita con musicalidad. Siempre me ha interesado mucho la palabra dicha como una oración mezclada con la música. En algunas ocasiones, siempre en buen momento y con mucho tino, incluyen canciones propiamente dichas; entonces canta otro componente (que además normalmente es el compositor). La alternancia entre melodía y recitado, entre lirismo y violencia, entre experimentación y estribillos, alcanza una maestría poco común. Son un grupo-comuna-posgrado, universitarios de Bristol o algo así. Llegan a ser a veces hasta ocho tipos (a veces con alguna chica) haciendo ruido. Uno sólo se dedica a bailar en escena. 

Swagger sería el primero de sus discos para el «público masivo». En él renuncian un poquito a los aires folk del principio (siempre incluían algo con violín, acordeón, mandolina, etc.). Es mucho más rock. Una dulce apisonadora... A ver, querría destacar... En fin, a lo largo de los años continué comprando todos sus discos. Esa fidelidad debe querer decir algo, ¿no? (todos en vinilo excepto uno). Creo que en esta ocasión sobran las palabras y lo mejor es conocer algo nuevo, algo distinto. De verdad, vale la pena hacer un esfuerzo.



Ahora parece que vuelven a sacar nuevo disco. Siempre en la sombra. Siempre incombustibles.

 

viernes, 16 de marzo de 2012

Anthony Phillips. “The geese and the ghost” Aires medievales para el fin del invierno.


Si algún disco merece la etiqueta de “Rock sinfónico” es éste del ex-guitarrista de la primera época de Genesis. Anthony Phillips abandonó la formación después del disco “Trespass”, aunque quedaron restos suyos en algunos temas  del excelente “Nursery Crime”. Gran influencia debía tener en la banda porque se nota un claro giro en el timón musical de la banda tras su marcha. No debieron enfadarse mucho porque en éste su primer disco en solitario colaboran varios de los miembros en la composición y en las voces.

El disco era una especie de mito en España... No se encontraba. No sé si llegó a salir en su momento. El caso es que los “entendidos” y los críticos hablaban maravillas de él, pero nadie tenía oportunidad de oírlo. O te ibas a Londres, (cosa fuera del alcance de la mayor parte de los mortales y menos de unos tipos del Turó de la Peira menores de edad); o tenías la suerte de ir a Andorra a comprar quesos con la familia (objetivo totalmente fuera de los parámetros de la mía); o pasados unos cuantos años a unos amigos les daba por ir a Andorra en autocar a pasar el día y te apuntabas con ellos y en vez de venir cargado con tabaco, queso, mantequilla y otros múltiples enseres, te dedicabas a recorrer tiendas de discos y ponerte bizco y comprar dos o tres que la cosa estaba muy chunga de dinero. Así me lo compré yo, en una de esas tiendas en las que me quedé la mitad del día mientras mis amigos se dedicaban a otros menesteres y pensaban que estaba loco, cogiendo y dejando discos, dudando en cuales elegir. Uno de los escogidos a la primera y que no solté fue la única copia de éste. Estaba seguro de que lo necesitaba. No sé decir porqué, pero es cierto. Si no fuera por lo frágil que es la memoria acudiría a él con más frecuencia. Esta obra es de aquellas que notas, de pronto, en la piel al oír unos acordes, al barajar antiguos recuerdos, al mirar fotos viejas en álbumes obsoletos.

Mi disco es una pieza única, entre otras cosas porque el estampado de las caras está invertido. En la cara A suenan las canciones de la cara B y viceversa. Igual sólo es el mío o es toda una partida, pero me complazco en pensar que vale una pasta. Si alguien quiere pujar me temo que no lo vendo.
Nada más ver la portada me convencí de que ese disco era una obra maestra y no me equivoqué. La portada hace honor al interior, es música de trovadores, de hadas y ninfas, de pájaros que hablan y forman ejércitos acorazados, de caballeros justando en un puente, de lagos con nenúfares, de rayos de sol emergiendo al fondo de castillos, de torres de vigilancia sobre veleros que navegan en inmensos ríos.  En definitiva, un disco para cerrar los ojos y paladear lentamente, sin hablar, preferiblemente mientras está anocheciendo, en ese confuso momento en que no sabes si vive o muere el día, si duermes o estás despierto. 


Las piezas musicales se suceden apenas sin interrupción así que lo mejor es escucharlo íntegramente. La mayor parte de ellas son instrumentales. Sólo tres son cantadas... Pero ¡qué tres! Bellas, acariciantes, sedosas y dulcemente nostálgicas.  “Which way the wind blows” cantada por Phil Collins; “God if I saw her now” cantada al alimón por Collins y Viv McCauliffe reproduce una conversación sincera (y poco habitual entre amantes), en la que (al fin) un hombre responde (por una vez) de verdad a la eterna pregunta (¿En qué piensas ahora?) que tienen la mala costumbre de hacer algunas personas en algunos momentos íntimos. Si esta canción no te emociona severamente pasa página y dedícate a otra cosa pero no vuelvas a este blog. En la cara B (la 1 según mi etiqueta) “Collections” cantada por el propio Phillips surge tras la larga canción que da título al disco dejando un aroma agradable al final de la grabación. 


“Love is for the fool. A blind man, he always said. But of it’s joys, he sometimes spoke . And then it seemed he could see.”

El resto... es todo instrumental, cercano a la música clásica como nunca, oboes, flautas, cellos, violines,... para soñar y deleitarse y escucharlo con paciencia. ¡Vamos que lo oigas!. ¡Leches!


domingo, 11 de marzo de 2012

Golpes Bajos. Ceesepe. Nada podía fallar


Siempre son «Malos tiempos para la lírica», y 1983, el año en que cumplí 18, no fue una excepción. Barcelona era un caldero efervescente y cuando iba a la calle Platería me parecía estar a punto de tocar con la punta de los dedos la realidad de mi futuro adulto. Pero no sabía tocar la guitarra, ni cantar. En el Zeleste antiguo podía alcanzar (¡podía!) a Felt, Eyeless in Gaza, The Smithereens, Nacha Pop, Gabinete Caligari, etc. Y a Golpes Bajos. Amigos, yo veraneaba a 40 kilómetros de Vigo. Por la tarde, tomaba un autobús de línea y recalaba en El Manco, en la calle Lepanto, muy cerca de la estación de tren. Era un bar de modernos. Como en Barcelona el Zigzag (El Manco de Lepanto, el Zigzag en Platón: conexiones misteriosas). Allí ensayaban, en un sótano cochambroso, los Golpes Bajos. Abrían a las cinco, creo recordar; yo me tomaba algo mientras el camarero o la camarera fregaban el suelo y les decía que había venido desde Barcelona para ver el santuario. Consideremos que yo era un niño. Consideremos que me tomaba una cerveza y no tenía dinero para más. Consideremos que debía tomar el autobús de vuelta antes, como quien dice, de que terminaran de fregar. Resultado: el mito, la fantasía. Me imaginaba cosas, pero no las tocaba. Cuando vi a Golpes Bajos en Barcelona le grité a Germán Coppini: ¡Nos vemos en El Manco! (Ja, qué más quisiera yo.) Él contestó: ¿Quién, quién?, porque debía de alucinar con que en Barcelona supieran de sus intimidades. Pero siguió el concierto y yo no he destacado nunca por atreverme a hacer vida social. 

   

 Hipocondría es una palabra familiar. En aquella época, me parecía muy punk eso de gritar «Estoy enfermo, cómo envejezco» cuando teníamos toda la vida por delante. Vaya, que las letras eran pura literatura. Golpes Bajos alcanzaba una calidad tan evidente que sólo necesitaron diez minutos para salir en la tele. Me sentía orgulloso de ver a mis héroes en la cima.

   

 La manera de cantar de Coppini era sorprendente. Nada que ver con Ayatola tolá, no me toques la pirola. Canta como si a Frank Sinatra le hubiera salido un quiste en las cuerdas vocales.

   

 «Lágrimas» es la aportación de Pablo Novoa, el hombre en la sombra. No le debieron de dejar meter mucha mano. El núcleo eran Cardalda y Coppini. Pero han pasado los años y Pablo Novoa, que sigue siendo el hombre en la sombra, le ha dado lustre a trabajos fundamentales de Iván Ferreiro y Josele Santiago.

   

 Bueno, ahí viene el gran compositor. La grandísima canción de Antonio Vega, «Una décima de segundo», tuvo una versión maravillosa para piano y voz. Dicen que fue una mera casualidad. Se encontraron Teo y Antonio y... Bueno, pues la última canción del minielepé legendario de Golpes Bajos es una canción de igual rango. «Y es que nunca me acuesto sin no haber aprendido algo nuevo..., como alma en pena, encerrado en el cuarto de los huéspedes.» Coppini decía cosas con las que te podías identificar.

   

 En efecto, yo me identificaba con las letras de Coppini. Aquí tenéis, de regalo, una de las canciones de su primer y único larga duración en versión clip-para-la-bola-de-cristal. Me acuerdo mucho de esta canción. Y he alucinado reconociendo el videoclip. Sí, sí, eso fue un momento de mi vida a través de la televisión. Qué «quillo» es el protagonista. Flipas con la estética de barraquismo gitanero. Parece una escena salida de Tiempo de silencio. Modernidad y pobreza. Así eran los verdaderos ochenta: soñábamos, pero Luis García, el bajista de Golpes Bajos, no tenía ni ropa para parecer moderno. Mirad la increíble contraportada del disco. ¡Lleva un jersey de lana que le podría haber hecho mi madre!





 

domingo, 4 de marzo de 2012

NACHA POP – Más números, otras letras. La sorpresa del fin de la adolescencia.


Podría escribir sobre cualquier disco de los Nacha Pop o de Antonio Vega. He barajado en mis manos las portadas de varios de ellos y he revisado la lista de las canciones y casi de forma aleatoria he elegido éste. Una vez lo he tenido en mis manos me he dado cuenta de que la suerte ha elegido el primer disco de verdad de ellos y uno de los más completos y compensados.  

Hasta este disco los madrileños sonaban como un excelente proyecto, un plano precioso de lo que podrían ser grandes músicos y compositores, pero sólo eran eso, un esbozo. Sus dos primeros discos están llenos de imperfecciones, en la grabación y producción, en la forma de tocar absolutamente amateur e incluso en algún intento promocional, en su primer disco,  para colocarlos como grupo de éxito entre los más jóvenes. Por suerte para nosotros fracasaron comercialmente (tuvieron que cambiar de compañía) aunque quedaron para la posteridad algunas canciones que hoy en día se sabe todo el mundo de mi generación y de las posteriores y las tararean como auténticos expertos para supino cabreo de éste que os habla porque en esa época eran mayoría los que vivían en la inopia.

Cualquiera que lea esto pensará que exagero pero es totalmente cierto que sólo unos pocos privilegiados confiábamos en ellos a ciegas. Entre ellos estábamos mi hermano y yo. Recuerdo la expectación que tuvimos ante la salida de este disco que compramos en el 83 tras (¡como no!) leer la crítica del mismo en nuestra revista favorita. También recuerdo como habíamos intentado convencer a un montón de amigos nuestros de que este grupo era sensacional y también como nos miraban como si estuviéramos locos. Hoy en día dirían que somos unos “frikis”. Pues sí, lo éramos.

El disco lo publicó una discográfica independiente casi desconocida entonces llamada “Dro”. La que montaron “Aviador Dro y sus obreros especializados” para poder editar sus discos separados de las malas artes de las multinacionales. En él se alternan composiciones de Antonio y de Nacho de forma muy equilibrada. Reconozco que en su día, me saltaba al reproducirlo algunas canciones (para mí comerciales en esa época) de Nacho, por su tono más desenfadado, directo y menos trascendente que el de su primo (Todos queríamos ser Antonio). El transcurso de los años deja claro que son melodías pop como la copa de un pino.

El disco se inicia con “Agárrate a mí”. Ésta no me la he saltado en mi vida. Canta Nacho y en el estribillo apostilla  excelente Antonio. El sonido es contundente, se oyen todos los instrumentos y las voces están en su sitio (lo que no pasaba en sus anteriores grabaciones). ¿Quién dudó de la capacidad de Nacho para componer?  ¡Como recita “Morboso amor” Antonio al final de la canción! ¡Tremenda! “Jaque al amor, jaque al afecTO MAte a mi corazón



“Vidas agridulces” es una clásica composición de Antonio. Problemas que hay que superar, ansiedad diaria de la vida, miradas desde el silencio, pasmado a los hechos del mundo, ajeno a todo. Sorpresa casi adolescente por la rutina de la vida.

“Topes del amor” otra sublime canción compuesta por Nacho con una letra que se crece con los coros de su primo. Dificultades para tomar decisiones cuando se llega a los límites del amor. Otra sorpresa desagradable de la vida... “Dolor, adiós a su imagen y no poder ver. Es todo mucho más duro”.

Antonio va a rematar esta cara A con dos canciones superlativas, tremendas, heroicas, repletas de sus interjecciones características en el canto (Hummm, Ohhhh, Eheheh) que desaparecieron de su estilo en su carrera en solitario. 

“No puedo mirar” no puedo hacer nada cuando te tengo delante, soy incapaz de reaccionar, te observo de lejos y soy incapaz de abordarte, me pongo de los nervios si hablas con alguien y cuando sonríes me dan los temblores de la muerte. Eso es lo que dice más o menos y a todos nos ha pasado. “No tengo nada que hacer, sólo mirarte correr” . Y al final cuando repite incansable el estribillo con los teclados de fondo te estremeces. Yo recuerdo perfectamente una boca desmesurada bajo unos inmensos ojos y una melena azabache ocultando los pabellones auriculares algo desplegados.



El ritmo acelerado de “Enganchado a una señal de bus” te pone a velocidad supersónica. Tú tampoco entiendes nada de la vida, pero él te lo dice claro, te explica porque sales a beber por las noches dando vueltas por los bares, esperando que algo pase, que alguien te cace o te pare, pero nunca sucede. “El circuito va de bar-esquina-bar. Se dan tres vueltas contrarreloj. Enseguida hay otro sitio mejor”. Eso lo entienden incluso los jóvenes de hoy en día. Preciosa versión de "Los Secretos" que adjunto de regalo.



Vuelve Nacho en la cara B con una de las (para mí) mejores canción del grupo: “Magia y precisión”. Contundencia en el bajo y las guitarras. “Sólo el azar puede encontrar ese truco que revela tu soledad”. El final de la canción es de lo mejor, el piano enmarca los grititos etílicos del cantante. Se ha puesto tibio de cerveza porque no estabas y ahora canta arrastrado que cree que eres “Irreal, Creo que no eres real.”

La siguiente es de las que me saltaba a veces. Ahora veo que estaba equivocado. “Pon precio a tus besos” tiene de todo: ritmo, letra original, un puntito de cachondeo y Antonio arrastrando el estribillo. Entonces ¿Por qué me la saltaba? ...


Porque la siguiente es “Luz de cruce” de Antonio. Reúne todos los ingredientes característicos de los guisos de sus composiciones. Canta perfecta una letra de esas atormentadas,  abiertas, que puede sugerir lo que tú quieras dependiendo del día que tengas. A mí me recuerda a carretera solitaria en medio de un bosque tupido sobre unos acantilados (probablemente en Galicia), conduciendo solo de madrugada, de vuelta a casa, “en un sueño dentro de otro sueño”. Muy buen solo de guitarra. ¡Qué bien suena en un buen equipo! (Las ventajas de la edad que te permiten gastarte la pasta en un buen estéreo). Ahora me doy cuenta de lo bien grabado que está este disco. ¡Gracias Dro!


Y después está Mi Canción de este disco. La puse cientos de veces en aquella época, probablemente está desgastada de tanto tocarla la aguja. Otra mirada sorprendida a la vida de un joven despertado de pronto por la madurez, que no sabe como huir de las dificultades diarias y no comprende la complejidad del mundo, ni quiere asumir responsabilidad o compromiso. Soluciones drásticas “Mil retratos se confunden en mí tan rápidos como la luz de un misil. Me tapono los oídos al fin y cierro de un portazo imposible abrir”. Lo siento, no la podrás oír, no encuentro versión en internet. Probablemente pocos piensan como yo que “Estado de sitio” es una grandiosa canción. 

Las dos últimas son de Nacho y prescindía de ellas antiguamente porque era difícil superar lo escuchado... Estaba equivocado, debería haberlas degustado aisladas. “Como hasta hoy” es una excelente conclusión a las dudas expresadas en muchas de las letras del disco. Al fin una decisión. Soy como soy y no puedo cambiar y creo que me gusta. “Sin conversación” parece una composición más madura, un pensamiento sobre el compromiso del matrimonio y sus consecuencias. Siempre tuve la sensación de que era de relleno, una balada un poco fuera de sitio.

Tengo un recopilatorio en CD de toda la carrera de Antonio y algún burro ha olvidado incluir alguna canción de este disco. Espero que no sea ignorancia y sea tema de derechos de autor, de lo contrario resulta incomprensible el despiste.

Me ha quedado un poco largo ¿Verdad? Es que me gustan mucho. ¿Lo habíais notado?